Orán, abril de 194…El doctor Rieux encuentra el cadáver de una rata en el rellano de la escalera. Fuera, serán muchas las ratas agonizantes que invaden las calles, y el conserje muere repentinamente por una enfermedad violenta y misteriosa. Los médicos acceden al fin a pronunciar la temida palabra: peste. Y, pese a las muchas reticencias, las autoridades incomunican la ciudad.
El aislamiento y el miedo se adueñan de la población y modifican los comportamientos individuales y colectivos. Rambert, un periodista que acaba de separarse de su novia, solicita en vano el apoyo del doctor Rieux para regresar a París. Cottard, un representante de comercio que había intentado suicidarse, se regodea en la desgracia de sus conciudadanos. Grand, empleado municipal, se encierra a terminar un libro cuya primera frase no cesa de reescribir. Y el padre Paneloux llama a sus feligreses a meditar acerca del castigo divino.
La peste es, en resumen, una de las cumbres narrativas del siglo xx y el retrato de un mundo enfermo al que sólo una catástrofe logra rehumanizar. Con una descripción admirable de la atmósfera de una ciudad acosada por la plaga mortal y el denuedo de los hombres que arriesgan sus vidas para salvarla, Albert Camus refleja en esta obra una de sus más poderosas convicciones: «Hay en el hombre más cosas dignas de admiración que desprecio». Y, sin duda, mucho peso debió tener esta obra en la decisión de conceder a su autor el Premio Nobel de Literatura en 1957.
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