He conseguido logros que ni tan siquiera soñaba, aunque el mayor no es el dinero ni el éxito, sino no haber caído en el mundo de las drogas. La vida en Pan Bendito nunca fue sencilla. Ahora soy un cantante de éxito y un ídolo en el barrio, pero sé lo que es tener pánico a salir a la calle. Miedo físico a que me pegaran y a la humillación de los insultos. Ser un moro gordo y orejón no me lo puso fácil, así que durante años me zurraron sin piedad. Odiaba a la gente y por eso me metí en el boxeo. Ya que recibía golpes todos los días al menos tenía que aprender a defenderme y así fue cómo cambiaron las reglas y pasé de ser el débil al fuerte. ¡No me lo creía ni yo! El barrio no da muchas opciones y sí, lo admito, he robado muchas veces porque tenía un hijo y la única manera de salir de ahí era esa. Robar para comprarme un traje y poder ser portero de puticlubs. Sabía que iba a triunfar en la música, a pesar de que la cosa no pintaba bien. Si hubiera hecho caso a mi familia, que me decía que estaba loco, hoy no estaría aquí. La vida a veces es así: tan dura y caprichosa como sorprendente. Aquí os dejo Mi vida mártir, porque si yo he sido capaz de llegar hasta aquí, cualquiera puede.